
El caso es que lo que tiene que llegar a veces se acelera, entrando de sopetón por la puerta, y dejando que los demás elementos la favorezcan. Tal vez la antítesis nunca tuvo lugar realmente en ese alma corrompida, tal vez ella nunca supo responder que no a lo que se le pedía, dejándose llevar ante las sutilezas y las osadías permitiendo de todo por una sonrisa tibia por un gesto simple, por una seña de que era de su propiedad...
Pero la seguridad a veces hace fallar tales conceptos, tal vez ella nunca fue su sombra eterna y segura, tal vez tan solo a la espera de un hogar cálido pero no tan llamativo esperaba sosegada, paciente. Pero el caso es que cuando dicha entrada se hizo visible acabó desbaratando todas las ilusiones, todos los celos, transformándolos a comparaciones.
Y es que el rojo nunca podrá ser verde, y es que si no se expurga el hueco que siempre hubo no podrá ocuparlo realmente nadie...
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