Valdría cualquier cosa para imaginar que todo no es como pensaba, que a pesar de que todo se transforma desde nunca me han gustado los cambios, causan temor y sobre todo inseguridad.
Supongo que no sabía en lo que me metía hace unos dos años, como tantas veces me ha pasado. Das un paso y miras atrás por si eras el correcto, completamente asustada en medio del asfalto, bloqueada, aunque a ratos hayan fuerzas y ánimos internos para continuar.
"- ¿No te has parado a pensar en que ahora estas pensando solo en ti? Eso significa que estás madurando"
- Pues me gustaría que fuera más llevadero.
- Entonces no se consideraría madurar de verdad."
Cada vez más voy aprendiendo las diversas lecciones opcionales, las miles de respuestas y seguramente las diversas vías que elegiría alguien diferente a mí. No he madurado aún con respecto a ello y lo sé, pero por algo se empieza, y supongo que admitirlo es el primer paso, intentar grabar lo aprendido, el siguiente... ir cogiendo a cada pulso uno conveniente sin llegar a convertirte en otra oveja descarriada y de nuevo perdida en el asfalto con un montón de ideas ajenas, que no se sienten.
Conclusión: odio esta habitación que me hace pensar más de la cuenta, este espacio que me acoge y desata mis ideas sin miedo, sin dejarlas ir por la ventana.
Y lo más extraño es que nadie puede ver nada en mis ojos, o tal vez el hecho de que estos mismos huyan a hurtadillas de la mirada directa.
En los brazos de ese ángel imaginario intentaré condensar lo positivo que me queda ahora, lo pasado pero real, e intentaré suspirar y mirar al cielo sin pensar.
Pues si el sufrimiento da inspiración a rebosar, no estoy conforme con que controle hasta tal punto mi existencia.
22 Julio 2009
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