martes, 9 de octubre de 2012

Mientras las paredes aguanten

De nuevo vuelvo a los años en los que el tiempo no existía. En ocasiones los recuerdos adormecidos renuevan el semblante de un desván desvaído de razones de sobra para iluminarse hacia el exterior.

No existía la gravedad, no había final, todo era un camino improvisado hacía el nunca jamás. Y en cada momento que se repiten las huellas marcadas, las tiento antes de comprender que ese camino no es vertiginoso, que frágil y escueto se nubla por dentro y no me centro en la proxima tormenta que amenaza con dejar caer sus dudas redundantes.

La fuerza inverosimil, las embestidas de un mar de contrachapado, o las carnes lánguidas en un suspiro asfixiado... no son suficientes a veces para apagar la sed de total cúmulo de elementos soportantes de tu ser hambriento.

Hoy son reinantes de una sonrisa radiante. Mañana serán agujereados por termitas de mi tormento y tu desvelada incredulidad.

Y el miedo seguirá siendo dueño, y el tiempo escapará al puesto de principal consejero, y las manos se quedaran sobre un regazo esclavo de lo ajeno, esperando el momento en el que deseen volver a embarcarlas en el yate del deseo.



Todo esto mientras las paredes aguanten nuestro peso y no nos arrojen los escombros calcinados de nuestra furia contenida.



29 Abril 2009

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