 |
| Obra de Chema Madoz |
Vuelveme a desmontar una vez y otra los esquemas. Vete y regresa para arrollarme de lejos con tus palabras mientras arrojas las culpas sobre alguien que nunca seas tú.
Y los simples peones caeran ante el peso de la bola persistente.
No rememoro una persona que se interne tanto en sus ideales que niegue ser la causante de sus destrozos morales.
Sigue creyendo sin embargo en cada minucia supersticiosa que venga de fuera, que lo interno nunca llevara razón alguna.
Miles de peleas se sucederan por entrar dentro de una fecha destinada al fracaso. Así razonas en un intento de hacerte creer con razón para seguir sin miedo, aceptándo que tus defectos deben ser ampliamente obviados y afirmados, pero indicando mal gesto cuando mis pasos no siguen los tuyos de la manera exacta que desean en ese momento determinado.
Y es que ese es simplemente el motivo.
Primero: todo es hermoso, perfecto, no hay nada que lo pueda mancillar.
Segundo: vienen los defectillos que aceptamos y procuramos desechar los propios.
Tercero: nos imponemos a nosotros mismos ser aceptados a pesar de todo.
Cuarto: llegas a la conclusion de que nadie es perfecto, ni tú, y aceptas todo lo malo a costa de lo bueno que puede tener.
El paso 3 y 4 se pueden repetir según el día personal. Y sinceramente, creo que te quedaste anclado en el 3.
Y los simples peones caeran ante el peso de la bola persistente.
No rememoro una persona que se interne tanto en sus ideales que niegue ser la causante de sus destrozos morales.
Sigue creyendo sin embargo en cada minucia supersticiosa que venga de fuera, que lo interno nunca llevara razón alguna.
Miles de peleas se sucederan por entrar dentro de una fecha destinada al fracaso. Así razonas en un intento de hacerte creer con razón para seguir sin miedo, aceptándo que tus defectos deben ser ampliamente obviados y afirmados, pero indicando mal gesto cuando mis pasos no siguen los tuyos de la manera exacta que desean en ese momento determinado.
Y es que ese es simplemente el motivo.
Primero: todo es hermoso, perfecto, no hay nada que lo pueda mancillar.
Segundo: vienen los defectillos que aceptamos y procuramos desechar los propios.
Tercero: nos imponemos a nosotros mismos ser aceptados a pesar de todo.
Cuarto: llegas a la conclusion de que nadie es perfecto, ni tú, y aceptas todo lo malo a costa de lo bueno que puede tener.
El paso 3 y 4 se pueden repetir según el día personal. Y sinceramente, creo que te quedaste anclado en el 3.
10 Junio 2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario