martes, 2 de octubre de 2012

Trabajo final Peritaje. Análisis Originalidad

Expongo aquí la segunda mitad del trabajo final de curso, pero no por ello menos importante, más bien al contrario. Mientras que en la Autenticidad solo tengo que analizar la imagen para llegar a su mensaje y el momento que representa, en el análisis de la Originalidad es preciso estudiar además el tema iconográfico y al artista para saber de donde procede la inspiración y así constatar si se ha copiado una obra anterior o se le ha dado un enfoque nuevo. Bien es cierto que el tema que se plasma es complicado verlo de forma muy diferente pero existen artistas notables que logran sacarle una fuerza expresiva a un suceso archiconocido como es El Camino del Calvario. El motivo de elegir dicha obra es que, como ya se vió en entradas anteriores, nos había tocado restaurar una versión de la misma en la asignatura de Tratamiento de Pintura y Escultura I de Pintura Antigua (desenlace que no tardaré en desvelar). Es por ello que para ampliar conocimientos para la memoria decidí centrarme en el artista originario de esta obra difícil de olvidar. Sin más preámbulos, les dejo con la lectura y espero que sea del agrado de todos:


El mundo de las copias, originales y versiones, y sobre todo en lo que rodea a las obras antiguas y con pocos documentos históricos que atribuyan sin lugar a dudas su autoría, es un denso y pedregoso camino, tan complicado de llevar a su término con la obra que es protagonista de este empeño propio.
* * *
Nos concierne analizar una obra perteneciente al Barroco sevillano, “Camino del Calvario”, del artista Juan de Valdés Leal. Las fuentes la enmarcan alrededor del año 1661, al comienzo de la trayectoria artística del autor.
Nuestro análisis se hará en torno a la obra que se considera definitiva y que está firmada, puesto que se conocen varias con el mismo nombre.
<<El lienzo, que es cuadrado, mide 1.32 m. >> Tal y como se ha dicho, este cuadro está firmado, concretamente en un papel que aparece pintado en la esquina inferior izquierda de  la obra. Ésta dice: <<Ju* De Bald… Leal lo Pinto a* De 1660>>.
La originalidad habla a favor de este artista si nos detenemos a compararla tanto con estilos anteriores como con otras producciones propias. La composición y el escorzo que nos aporta esta pintura no se ven en pinturas pertenecientes del tema y es lo que la hace diferente. Retrata al máximo el sufrimiento de Cristo transportando la cruz hacia el Monte del Calvario, con claras evidencias del peso que soporta al aparecer apoyando su brazo derecho sobre la rodilla izquierda para no tropezar, haciendo que se arquee su cuerpo y le sea difícil caminar. En su cara se adivina la mirada perdida de la agonía que ha sufrido y que le resta.
Al ser un formato poco utilizado se ve acentuado este sentimiento de pesadumbre, de agobio.
Todo ello es acompañado por un sobrio cromatismo, presidido por los tonos grises y malvas del vestuario de Cristo, tan sólo animados por el rojo y azul de las túnicas de San Juan y la Virgen.

Para hablar sobre sus fuentes creativas, tenemos que remontarnos a su formación artística:
Aunque tradicionalmente se conviene que la formación de este pintor se produce en Córdoba en torno al pintor y dibujante Antonio del Castillo (1616-1668), que a su vez había estudiado en Sevilla con Zurbarán y Herrera el Viejo, hay que tener en cuenta que esto también interviene en la primera etapa formativa del joven Valdés. Todo ello sumado al inmenso grupo de pintores que dominaban de alguna forma el panorama artístico hispalense en la primera mitad de siglo, entre los que hay que añadir a los eclécticos Juan de Uceda y Francisco Varela, el primero tardomanierista con apetencias naturalistas y el segundo de estilo sintético y sobrio.
Hay que citar la posible influencia del aprendizaje derivado de los grabados que en Sevilla existían, se compraban o vendían, sobre todo de origen flamenco y holandés de finales del s. XVI, mayormente de estilo manierista, que darían como resultado una concepción de las figuras en su espacio natural y paisajístico, un tipo de concepción arquitectónica que le llevaría con los años a realizar grandes decoraciones murales.
Esta primera etapa va creando a un artista que asimila lo aprendido pero que se muestra inquieto por experimentar su propia evolución estética. Esto coincide con la transformación sufrida por la escuela sevillana, motivada por un agotamiento de una estética ya en exceso clasicista, dando paso a otras nuevas corrientes procedentes de Italia, representadas por el pleno barroquismo.
Así pues, dicho nuevo lenguaje pictórico será  asimilado por Valdés, evocando el espíritu de Rubens y Bernini. A dicho cambio contribuyeron la llegada a Madrid de los boloñeses Mitelli y Colonna y a Sevilla de Francisco de Herrera “el Mozo”, interpretes de un arte en el que los conocimientos arquitectónicos son necesarios para la realización de espacios aéreos, donde juega un gran papel la pintura mural.
Todo ello da como resultado que en la obra de Valdés Leal se configure un estilo artístico muy personal, teniendo como <<denominador común>> el fuerte sentido de la pasión barroca. Siendo nuestro artista de origen sevillano, pervive esa herencia oriental, haciéndole sentir la pintura como algo anímico y subjetivo, arrebatador a veces y con grandes dosis de teatralidad.
Esta es la razón por la cual sus obras gustaron tanto a los románticos, quienes vieron en ellas al genio ardiente y atormentado que a veces utilizaba una técnica demasiado fugaz y moderna, anticipándose al “feísmo” de Goya.
Valdés Leal sabe mezclar vistosamente Barroco y Romanticismo, tal vez el motivo de su atractivo, siendo uno de los más destacados de su tiempo.
Vivir en una ciudad dominada artísticamente por Zurbarán y más tarde por Murillo hace que su pintura no sea tan aceptada en un primer momento, lo que le relega a encargos menores. Así pues, se marcha a Córdoba buscando nuevos espacios y regresa cuando Zurbarán y Herrera el Viejo viajan a Madrid. En Sevilla queda un Murillo cada vez más estable, puesto que es el momento en el que se da una nueva oportunidad a su arte y sus nuevos conocimientos.
Valdés Leal es conocido como el pintor transmisor del lado inmaterial que acompaña a la muerte, y lo consigue representando precisamente su lado más físico. Se le reconocen apelativos tales como el artista necrofílico según Enrique Valdivieso, el pestífero según Navarro Ledesma o el pintor de los muertos para Enrique Romero de Torres. Palomino, que conoció al pintor, sitúa el problema en términos más fiables, al describir sus cuadros como <<jeroglíficos del Tiempo y de la Muerte, y un cadáver corrompido y medio comido de gusanos, que causa horror y espanto mirarlos; pues es tan natural, que muchos al verlo, o se retiran temerosos o se  tapan el olfato, temiendo ser contaminados del mal olor de la corrupción>>.
Su estilo, por lo tanto, es totalmente opuesto al de Murillo: mientras éste último le da luminosidad y brillo a sus obras religiosas, el arte de Valdés es oscuro, dramático y apasionado. Sus biógrafos cuentan que fue muy amigo de Murillo y que no se consideraba satisfecho de sus obras hasta que éste las examinaba y aprobaba.

Anteriormente se ha nombrado el conocimiento de la perspectiva y perfecto uso de ella como elementos destacables de nuestro pintor, siendo aplicables a la obra que nos ocupa. Toma el cuerpo humano como objeto para dar rienda suelta a sus conocimientos de perspectiva, resultando un escorzo muy poco usual y cambiando levemente el tamaño de las personas que le siguen para indicar dicha lejanía y destacar en primer lugar el sufrimiento de nuestro Señor.
Es visible su influencia en el futuro, como por ejemplo en la obra “Jesús es cargado con la cruz camino del Calvario” del mismo del pintor Francisco Bayeu quien a su vez daría clases a Goya. En dicha obra se advierten  los tonos pardos y oscuros recurrentes en la obra de Valdés, utilizándose incluso el mismo tono malva para la túnica de Cristo, quien parece pisar el mismo entorno pintado por nuestro artista en “Camino del Calvario”. 
Otra obra es otra del mismo título perteneciente a Juan Cordero Ruiz, de 1990, en la que se puede ver una composición muy similar, diferenciándola el colorido y la figura del fondo trajeada, dando a entender el vanguardismo de la obra y sacándola del contexto usual.

Uno de los factores que motivan la creación de copias es el gusto, ello explica que la obra original fuese tan sobresaliente en la producción del artista, diferenciándose de otras que expresan el mismo pasaje bíblico.
Se han descubierto obras anteriores a la que nos ocupa que se cree que pueden pertenecer a un estudio previo. En ellas se advierte el mismo tenebrismo de la obra definitiva, pero tan solo en una de ellas de utiliza la misma composición, considerada obra previa a la original. Dicha obra puente supone un original en sí misma, razón por la que ha sido comprada por el Museo del Prado de Madrid, única forma de conservar algo de esta obra maestra en nuestro país, ya que la que se analiza se encuentra en Nueva York.
La obra expuesta en el Museo de Bellas Artes de Bilbao es un estudio preparatorio del artista para obtener la que nos concierne. Cambia en bastantes detalles, como es la rapidez de pincelada, y la aparición de más personajes en escena de los que finalmente opta por dejar en la definitiva, a pesar de que la postura de Cristo sea bastante similar.
Otra importante versión del tema del Camino del Calvario del mismo Valdés, adquirida por el Museo del Prado alrededor de los años 90, muestra una escena de una de las caídas de Cristo, momento en que Verónica se acerca a enjugarle el rostro con un paño. La figura de Cristo es captada en oblicuo, destacando en ella su escorzo, vuelto hacia el espectador. La expresión de su rostro nos muestra una inmensa mansedumbre, en contraposición a la saña del verdugo, que se dispone a atizarle con un látigo. <<A la izquierda aparece el Cirineo, cuyo gesto encorvado para sostener la cruz de Cristo armoniza perfectamente con las figuras que componen el grupo central de la escena>>.
La composición se completa con la aparición a la derecha de las Marías con San Juan, describiéndose así el dolor colectivo debido a la visión de dicha escena. La perspectiva se ve reflejada en la aparición de los soldados al fondo de la escena, tanto a derecha como izquierda.
La ejecución técnica muestra la característica pincelada, suelta y decidida, que aparece claramente marcada sobre el lienzo. Destacan los ocres, verdes y rojos de entre las luces mortecinas que inundan el ambiente.
La única copia de la que se tiene constancia es una obra apodada de igual forma, de baja calidad, de la que no se conoce el autor. Así pues, observando la obra podemos rememorar claramente la original, por lo que se descarta la posibilidad de una imitación.
* * *

Definitivamente “Camino del Calvario” de Valdés Leal muestra varios motivos por los cuales la copia se realiza: la historia del gusto y el aprendizaje. Y derivado de esto, se trasluce que dicha obra no ha pasado desapercibida, siendo tan importante para el propio Valdés, como para el resto del mundo, representado en la copia que se ha podido encontrar.
A pesar de haber sido eclipsado por la figura del genial Murillo, Valdés Leal es considerado una artista destacado e importante dentro del panorama sevillano, sobre todo por sus obras de carácter pasional o por las dedicadas al Hospital de la Caridad, de la misma ciudad. Tan sólo contamos con la excepción del lienzo original, objeto de nuestro análisis, para recalcar que a Nueva York ha podido llegar mínimamente su obra, su arte de un barroquismo puro, precedente de todo el aluvión perteneciente al tenebrismo característico de dicho estilo.
 
Documentación Gráfica

Imagen 1.  Giotto di Bondone: Cristo camino del Calvario. 1302-05
Capilla Scrovegni (Capilla de Arena), Padua.
  
Imagen 2.  Beato Angélico: Jesús cargando con la cruz. 1441 h.  Convento de San Marcos de Florencia. 
Imagen 3. Rafael de Sanzio: Caída en el camino del Calvario o El Pasmo de Sicilia. 1516. Museo del Prado, Madrid.
Imagen 4. Anónimo: Caída de Jesús camino del Calvario, S.XVII. Escuela Española. Fundación Lázaro Galdiano.
Imagen 5.  Polidoro da Caravaggio: Camino del Calvario. Anterior a 1534. Nápoles.
Imagen 6.  Tiziano: Cristo camino del Calvario. 1560. Museo del Prado, Madrid.
Imagen 7. El Greco: Cristo abrazado a la Cruz, Hacia 1602. Museo del Prado, Madrid. 
Imagen 8.  Francisco Bayeu y Subías: Jesús es cargado con la Cruz camino del Calvario. 1756-1757. Real Museo de Zaragoza. 
Imagen 9. Giandomenico Tiepolo: Caída en el camino del Calvario. 1772. Museo del Prado, Madrid.
Imagen 10. Juan Cordero Ruiz. Camino del Calvario. 1990.
 
 Trabajos previos y versiones del autor

Imagen 11. Juan de Valdés Leal: Cristo camino del Calvario. C.1661.
Museo de Bellas Artes de Bilbao. Óleo sobre lienzo. 88,5 x 71,5 cm.
Imagen 12.  Valdés Leal: Camino del Calvario. 206 x 160 cm. Hacia 1661. Museo del Prado, Madrid. 
Imagen 13. Valdés Leal: Camino del Calvario. Museo del Prado, Madrid. 

 Copia de la obra original

Imagen 14. Anónimo: Camino del Calvario. Iglesia de Santiago el Mayor, Écija.
Foto propia, procedente de asignatura de Tratamiento de Pintura y Escultura

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