A continuación adjunto parte de un trabajo para la asignatura de 4º de carrera llamada Técnicas de Conservación y Restauración. En ella, además de conocer las técnicas y materiales utilizados, se nos daban contenidos teóricos como cartas de Restauración para poder debatir sobre sucesos reales. Un caso es este trabajo de final del primer cuatrimestre en el que basándonos en las leyes y normas debíamos defender una u otra postura acerca de una limpieza que en su momento fue noticia polémica por sacar a la luz el color original totalmente olvidado. Sin más, espero que os guste e interese.
Las Bodas de Caná |
La obra que en esta reflexión nos concierne se denomina Las bodas de Caná, del artista veneciano Paolo Veronés, realizado entre los años 1562 y 1563. Su estilo es ante todo renacentista, de la escuela veneciana. Dicha obra pictórica de grandes proporciones, concretamente de unos 9,55 x 6,98 m., está llevada a cabo en óleo y pintada sobre tela. Su función, en un principio fue devocional o religiosa, mientras que en la actualidad forma parte importante del patrimonio artístico, por lo que se encuentra celosamente guardada en el Museo del Louvre (París).
A simple vista destaca el gran cambio de tonalidad lumínica que ha sufrido la obra, sumado a una viveza total y general de los colores que la componen. Las sombras laterales que encerraban el enclave donde tiene lugar la celebración han desaparecido casi por completo, como si la escena pasara por dos momentos del día (mediodía y atardecer); y si entramos aún más en detalle se puede percibir el cambio de color de los ropajes de uno de los personajes principales, situado en la zona inferior izquierda, delante de la mesa del banquete. Por lo tanto, no es un elemento que sea precisamente camuflable puesto que se encuentra situado casi en primer plano.
Por lo tanto, es lógico que dicho detalle, ante todo, haya despertado tanta polémica, entre otras cosas por mostrar una tosca manufactura, desprestigiando al verdadero artista. Y en el caso de que fuera un cambio solicitado por el demandante al propio Veronés y hubiera tenido que repintar a desgana, sin duda dio una mala imagen de sí mismo.
Muchas son las suposiciones que se pueden formular acerca de este hecho, pero el caso es que la única manera de no enredarse en galimatías es mirar el resultado de un modo lo más objetivo posible, al menos, tomando de referencia algunas “normas” en el campo de la restauración y conservación del patrimonio.
Así pues, teniendo en cuenta las teorías de Gaël de Guichen, podemos asegurar que el tratamiento que se ha seguido en la pintura ha sido primeramente el de Conservación curativa (y preventiva de manera ajena al tratamiento de dicha obra ) por el hecho de la eliminación de repintes en mal estado (pudiendo empeorar el conjunto original) y el refuerzo de la tela. La Restauración entra en el momento en que se comienza a retirar el barniz, el cuál, supuestamente y en la opinión del equipo, se encontraba demasiado envejecido y daba una veladura marrón generalizada a la obra, entorpeciendo su lectura. Sin embargo, se sabía que la zona superior de la pintura estaba debilitada por anteriores tratamientos, por lo que se arriesgaban a deteriorarla más aún.
El resultado de dicha intervención es una obra de colores excesivamente vivos para la antigüedad de la obra, no teniendo en cuenta la pátina del paso del tiempo , que en mi opinión no eran tan nociva en cuanto a la percepción del mensaje , es más, le daba una perspectiva aérea bastante atrayente, introduciendo al espectador en la escena. Ahora, sin embargo, da la impresión de un cartel plano y colorido por igual, una pintura donde el elemento principal se confunde con el conjunto, mientras que antes de haberse tratado había una intención en la luminosidad de los elementos. Nos viene muy a mano la carta del 87 (Art. 7b) entre otras cosas para argumentar la falta de cuidado en la zona superior de la obra, que pese a documentos que indicaban la fragilidad de la capa pictórica, se procedió a su limpieza, conllevando una percepción aún más plana y tosca de lo que nos muestra el resto del cuadro. Por otro lado, no se ha conservado ninguna muestra del estado anterior a la intervención , por lo que para poder llevar a cabo dicha comparación y crítica de intervención se ha tenido que recurrir a fotografías anteriores a su tratamiento. Lo que más me desagrada de la operación de limpieza (excesiva, por supuesto) es que aún contando con fuentes claras que hablaban de superficie deteriorada se procediera a un “embellecimiento” sin gusto estético, y casi sin pensar en las consecuencias para la superficie de la tela, por mucho que se hubiera reentelado ya dos veces en anteriores intervenciones.
Lo único que puedo calificar de “acierto” en este proceso es la recuperación del auténtico color de la vestimenta del personaje en primer plano , eso sí, siempre y cuando se supiera que al retirar la capa roja se encontraría un estrato pictórico en buen estado de conservación. No descalifico el hecho de que se haya tratado, sobre todo contando con tanta información histórica de la obra, de lo que sí dudo es de la eficacia del equipo en su poco sentido de nostalgia (por llamarlo de algún modo) ante los cambios naturales que tornan la obra en lo que a pátina se refiere. Lo que no deja ver la imagen resultante, es decir, los refuerzos en el reverso no tienen por qué ser condenados, es el hecho de la retirada de repintes que tapan las costuras, es decir, que camuflaban heridas del pasado que se decidió esconder. Por un lado intentaron rescatar el original al máximo (cambio de color en las ropas del personaje principal de la polémica), pero al mismo tiempo decidieron deshacerse de unos restos del pasado, de estratos pictóricos retirados o mezclados con otros durante el paso del tiempo y de sus diversas restauraciones.
En consecuencia veo una auténtica discordancia en el tratamiento que se ha seguido. Puede sonar radical, pero dicho adjetivo podría calificar yo a los que decidieron “operarla”. Tan sólo puedo alabar el gusto de los que han ideado hacer una copia de dicha obra, aunque sea para colocarla en su lugar de origen, pues puede que sea lo único que nos quede si seguimos topando con “profesionales” tan poco consecuentes con su patrimonio.
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